REFLEXIÓN:
“Psicoterapia con adolescentes: la supervisión”
Por: Jazmín Lolbeh Caamal Torres
Decimos que el
Psicoanálisis es una teoría, un método
de investigación, y un
método terapéutico basado principalmente en la interpretación de la asociación libre y con el objetivo de
hacer accesibles a la conciencia los significados inconscientes de las
manifestaciones (palabras, sueños, actos, fantasías) de los individuos. La
tesis esencial es que el psiquismo no se reduce a lo consciente. Los contenidos
inconscientes tienen un papel determinante de la vida psíquica, por tanto el objeto de estudio es el inconsciente y
quien lo estudia es el psicoterapeuta analítico quien tiene
conocimiento sobre la teoría y técnica analítica, ha llevado su análisis, y
tiene una práctica, es una condición subjetiva el devenir psicoterapeuta
analítico.
El psicoterapeuta analítico es ese sujeto que
por su formación analítica es lugar
para un reconocimiento posible de la verdad del otro. Sí, formación, formación que para los psicoterapeutas
analíticos comprende distintas áreas: el área teórica, el área de práctica
clínica, el área de investigación clínica y la experiencia terapéutica personal
(o el análisis personal, supervisión y seminarios teórico-técnicos).
Para que se
ponga en marcha el análisis se requiere de dos personajes, analista –
analizado, quienes desde su función desarrollarán un papel importante para el
conocimiento de lo inconsciente mediante de la escucha (del algo no funciona, del (mal) estar) desde otra posición respecto del discurso del
Otro.
Esta
escucha, lleva también al terapeuta a reconocer en su propio yo algo que puede
trabar el proceso analítico después de haber admitido que la resistencia son lo
propio del paciente, tanto que no tenerlas no sería paciente ni habría
análisis.
Es
por eso que no puedo dejar de lado, y me es inconcebible pensar que
los terapeutas en formación no vivan la experiencia de un análisis personal.
Porque mediante eso se obtiene un
conocimiento personal de los propios procesos inconscientes y las áreas
de conflicto psíquico. Además, nos permite tener un conocimiento vivencial del
método psicoanalítico, del inconsciente personal, así como la superación de
puntos ciegos y el conocimiento más amplio y profundo posible de la propia
personalidad, condiciones todas que favorecen un óptimo desempeño de nuestro
trabajo profesional.
El
análisis personal permite al terapeuta ir con mayor capacidad al encuentro
analítico, por ejemplo en el trabajo con adolescentes, que por las propias características de la adolescencia ( un periodo de la vida que
oscila entre la niñez y la adultez. Es un periodo de crisis de la vida biología, la psicología y de la interacción
social; esta crisis promueve al YO a realizar una difícil tarea de integración,
el Yo debe dominar los primitivos conflictos infantiles y unificarlos dentro de
las funciones de la personalidad adulta) hacen del
adolescente un paciente con poca o nula conciencia de conflicto.
Anthony,
J. (1969) señaló varias determinantes (contratransferenciales) de la posición
del analista frente a un paciente adolescente:
Ѱ
El adolescente como el
paciente que moviliza en el analista los problemas que el mismo no tiene
encarados, mucho menos resueltos.
Ѱ
El adolescente como
objeto peligroso o en peligro.
Ѱ
El adolescente visto
como objeto sexual (síndrome de Lolita)
Ѱ
El adolescente como
individuo desadaptado.
Ѱ
El adolescente como
objeto envidiado tener lo que al analista hubiera deseado y necesitado)
Ѱ
El adolescente como
héroe, con aspectos ideológicos tan interesantes, que tientan al analista a no
interpretar.
Uno
de los pilares que compete a la materia de este seminario en la Maestría, es la
supervisión, que consiste en la presentación de las historias clínicas de los
pacientes con los que trabajamos, con el fin de determinar el diagnóstico y
psicodinamia de los mismos, de acuerdo a las hipótesis metapsicológicas
estudiadas (punto de vista económico, genético, dinámico, estructural, tópico y
adaptativo). Posteriormente se presentan
las sesiones clínicas y se evaluará la técnica, comprensión clínica e
implementación de la teoría en la práctica, que hemos estado desarrollando en
el transcurso de los semestres anteriores y lo que va de este semestre.
Por
ello el análisis personal y la supervisión del caso ayudan al terapeuta a tener
una visión más amplia de su campo de trabajo y a hacer de su quehacer una labor
mucho menos complicada. Y en el caso del trabajo con adolescentes a saber
manejar con mayor agilidad la trasferencia de este y la propia
contratransferencia, que a la vez permitirán que el adolescente a través del proceso
analítico logre amortiguar la resignificación infantil que es la adolescencia.
Es
evidente que lo deseable es que estos pilares formativos se complementen y se enriquezcan
recíprocamente, y que el resultado sea una adecuada integración de lo estudiado
con lo vivido emocionalmente y una predisposición a seguir investigando y, por
lo tanto, cuestionando. Cuando esto ocurre, el analista consigue hacer suyas las teorías, es
decir, repensarlas a partir de su propia experiencia, y en este caso lo teórico
se convierte para el clínico en algo semejante a la buena amistad: te acompaña
en lo cotidiano y te socorre en los momentos difíciles.
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