sábado, 10 de diciembre de 2011

“¡Calla! Dijo el silencio”

ENSAYO:
“¡Calla! Dijo el silencio”

Caamal Torres Jazmín Lolbeh



Leo  los escritos que Freud ha hecho, continuo leyendo y de repente me detengo pensando “¿Qué ha dicho aquí?”, hago una pausa, un silencio… y es entonces cuando entiendo, comienzo a recordar lo importante del decir y del silencio. Me llama la atención que dentro de todo el material que he leído, no he encontrado algo que hable del silencio dentro del espacio terapéutico, ¿qué pasa en el silencio en el espacio terapéutico?, ni Freud ni Etchegoyen lo refieren, por lo que he decidido tratar de hablar sobre la red de palabras y silencios que envuelven la historia del sujeto, historia que se expresa bajo la regla fundamental del psicoanálisis “cuénteme por favor lo que sepa de usted mismo”[1]
El paciente expresa un decir que va más allá de manifestar el   (mal)estar que provoca el síntoma, expresión de el conflicto psíquico, resultado de un recuerdo que se ha encubierto u “olvidado”, olvido que la persona “repite, sin saber que lo hace… al fin que es su manera de recordar… y esa repetición es la transferencia del pasado olvidado”[2].  
En el decir las palabras adquieren otro sentido, cada letra introduce un nuevo significado. Palabras, símbolos que organiza el mundo de las cosas, que organiza, los vínculos, las alianzas.
Es a través de la relación establecida entre el paciente y terapeuta, entre transferencia y contratrasferencia que se pone en marcha el análisis, son estos dos personajes los que darán lugar a las palabras, a los silencios, al inconsciente.

Infiero que el conocer los conceptos que fundan la técnica analítica implica, por ende, aceptar que éstos se hallan orientados en un campo de lenguaje, ordenándose a la función de la palabra, que no es precisamente, la de comunicar.



Es la palabra amordazada la que alcanza a ser dicha en el lapsus, sin que el sujeto lo sepa, por lo que todo acto fallido es un discurso logrado: destello del inconsciente que resurge desde la penumbra. Epifanía del sujeto del inconsciente y de la enunciación.
Lo dual, la función del oyente y de la palabra misma, que exige de entrada agregar el lugar del Otro, por eso el analista, ese practicante de la función simbólica, que adquirido una formación en psicoanálisis, ha llevado su análisis, y tiene una práctica hace uso de un método cuyos medios son los de la palabra, su dominio el del discurso y sus operaciones las de la historia del sujeto. Otra tarea importante del analista es lograr escuchar a los sujetos desde un lugar barrado, en falta, sin reproducir discursos hegemónicos como el de la medicina. El lugar de la crítica está reservado para nosotros mismos y no para los pacientes, las supervisiones y la propia terapia nos harán descubrir hasta que punto somos invadidos por esos discursos que operan inconscientemente

El sujeto (paciente - analizante) es hablado más que hablante; sujeto del lenguaje, de la cultura y del lazo social. Esto es: sujetado a y por el lenguaje. No más animal parlante. Es justamente por la palabra que se separa del orden natural, biológico. Es precisamente porque habla que no es animal; porque un animal que “habla” no es un humano sino un loro. Siendo así, la sentencia aristotélica: “el hombre es entre los animales el único que tiene palabra”[3], tendría que ser entendida de este otro modo: “es en tanto que hombre que es el único ser dotado de palabra”. O mejor aún, el lenguaje es absolutamente particular al sujeto.


La conocida frase “interpreta mi silencio” suele usarse cuando una persona no quiere manifestar la respuesta ante alguna demanda de palabras. Vuelvo a insistir, pareciera una oposición, sin embargo, si se pone atención, el silencio expresara incluso un poco más de lo que la persona quiere decir. Otra frase es: “tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga será usado en su contra”, frase policiaca que a muchas personas les gusta decir, y tiene razón la frase, podemos guardar silencio, porque lo que se diga, será interpretado. Pero también, aunque no se diga nada será interpretado, pues creo que en realidad en el análisis no se puede guardar silencio, todo, incluso el silencio es discurso.
Aun cuando la persona con mutismo selectivo elija guardar silencio, está comunicando el no querer comunicar, que no puede o no quiere ser dicho pero si expresado en el silencio.

Es hablando como el sujeto se introduce en la experiencia analítica, donde la regla fundamental viene a romper el silencio. Silencio que el arte cinematográfico sabe usar como convocador de enigma, como antesala de misterios, intenta esa tensión, retención (incluso respiratoria) propia de un sometimiento, al amo de los silencios, que implica a su opuesto, al esclavo de las palabras. Silencio que al combinar se con los sonidos y el tiempo hace música. El arte del analista debe ser el de suspender las certidumbres del sujeto porque estas certidumbres son las que lo sostienen en este como otro, para otro, como objeto narcisista, capturado por la mirada del otro, es por eso la importancia de leer entre líneas, de escuchar y provocar el silencio (no solo por provocar), es ahí donde se comprende el valor del silencio, en donde se encuentra silenciosa esa verdad del Icc, donde romperlo no es un acto simple por eso la frase "Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio", porque no es romper el silencio solo porque angustia porque pareciera referirse a la nada. Disfrutar el silencio parece ser imposible e insoportable para el sujeto, ese sujeto que solo hay en el decir pero que se esconde bajo los efectos del silencio, sujeto que se encuentra envuelto en una red de palabras y silencios, cuya verdad se oculta y hay que develar.

Pareciera ser que el silencio se opone a la palabra, sin embargo, creo que es ahí donde algo va a surgir, aún cuando el paciente se quede callado por largo tiempo, algo está manifestando. El analista guarda silencio para escuchar al paciente, el paciente puede guardar silencio para escucharse a sí mismo. El silencio es parte del discurso, puede ser un significante, hacer cadena, expresar las puntuaciones de todo discurso y en el cual la verdad puede hablar, en el silencio algo se revela. El paciente, (sujeto compuesto por una verdad que busca expresarse y por un yo que es resistencia al pasaje de esa verdad) es un sujeto sujetado a la palabra, pero también sujetado al silencio, Lacan decía que “…..no hay palabra sin respuesta, incluso si no encuentra más que el silencio, con tal de que tenga un oyente…"[4],

El silencio recibe el resplandor de la palabra y es parte de ella. De aquí que, en tanto hay una verdad, imposible decirla, pero no dejamos de recibir sus ruidosos o silenciosos efectos, que sólo podemos soportar. Soportar el silencio con aparente pasividad, es parte de  la tarea como analistas, pero esa aparente pasividad no lo es porque no se trata de la espera de un turno en una serie; sino de un encuentro con un significante.
El silencio espera a la palabra y, la escucha del silencio mediante la atención libremente flotante permite al paciente mediante la asociación libre poner en palabras lo que le sucede, representando así la estructura que subyace, y permite al analista interpretar. Interpretar supone tener en cuenta el contraste entre el silencio y la palabra, para delimitar el punto de inflexión que aquella produce en el analizante, pero el analista nunca sabe exactamente del efecto de sus palabras, y a pesar de eso interpreta ”como una información veraz, desinteresada y pertinente que se refiere al receptor”[5] cumpliendo las  dos condiciones: “en primer lugar: que el enfermo haya sido preparado y él mismo ya esté cerca de lo reprimido por él; y en segundo lugar, que su apego al médico (transferencia) haya llegado al punto en el que el vínculo afectivo con él le imposibilite una nueva fuga”. [6]
Interpretar, confrontar y señalar  el silencio puede ser una tarea muy compleja, ya que puede ser al silencio como tal, es decir al por qué el paciente guarda silencio durante una sesión, o al por qué un paciente guarda silencio después de un decir y también a lo que calla para no comunicar,  pero para  eso se tiene que tener bien clara la historia del sujeto, el contexto, y lo que el paciente mencionó con anterioridad a guardar silencio para develar el significado, creo ante todo que el silencio se hace siempre para evocar algo, para llamar algún significante.


El silencio en análisis no es eterno, puede venir a ser parte de la reflexión, del tiempo que el paciente se toma en organizar ese algo que vendrá, puede ser parte de eso que verdad que oculta y es dolorosa de expresar. Y puede ser ese conocimiento olvidado sobre si mismo.
Interpretar abre paso a la llegada del insigth. Interpretat para Freud es hacer consciente lo inconsciente del discurso del paciente del cual todo ha sabido siempre, promoviendo por añadidura… la cura, pero para esto se debe de escuchar e interpretar el discurso analítico, pero no solo el decir, sino también el decir del silencio ya que es en este que el sujeto viene a producir arrancando palabras al silencio y por  tanto  verdades al inconsciente.


REFERENCIAS.



Aristóteles, Política, México: Porrúa, p. 211.
El método psicoanalítico de Freud (1904 – (1903)).
Lacan, Jaques; "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis", Escritos I, Siglo XXI.
R. Horacio Etchegoyen, Los fundamentos de la técnica psicoanalítica.
Recordar, repetir y reelaborar (nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis; II).
Sobre el psicoanálisis silvestre (1910).
Sobre la iniciación del tratamiento (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis).


[1] Sobre la iniciación del tratamiento (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, I), (1913) p.135
[2] Recordar, repetir y reelaborar (nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis; II)
[3] Aristóteles, Política, México: Porrúa, p. 211.
[4] Lacan, Jacques, “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, en Escritos 1, México: Siglo XXI, p. 237.
[5] R. Horacio Etchegoyen, Los fundamentos de la técnica psicoanalítica, p.289
[6] Sobre el psicoanálisis silvestre (1910)

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